domingo, 11 de julio de 2021

 

Foto de Mauricio Martínez mal digitalizada por mí

 

Y de pronto te enteras que hay un aniversario que ni siquiera has considerado. En la tele lo dicen. 30 años del eclipse total de sol.

         Era 1991 y aún no conocía Argentina, aún todo estaba en esa rara sala de espera, aunque ya había decidido mi camino. Las cosas se cocinaban a fuego lento y desde 1988, gracias a mi mamá que escuchaba la radio y me sugirió ir a una conferencia de astronomía, en Jojutla,  Andrés Martínez Rojas era amigo y en 91 teníamos que hacer un campamento en un lugar excepcional: en las ruinas del Cerro del Venado, en Chimalacatlán, Morelos. Estuvo el grupo básico: su entonces esposa, Gema Medrano; Mauricio Martínez, Narciso Rivera y muchos invitados que se nos unieron.

Con Gema Medrano

 





 

         Una rara convocatoria de parte de Andrés (fundador de la Sociedad Astronómica Urania), una que fue multiatendida.

         Uno nunca sabe hasta que punto un evento trendrá trascendencia. Era uno astronómico pero creo ecos sociales bien interesantes.

         En mi recuerdo, sobre todo, está el regreso, con todos felices, exultantes, con la música de Enigma, con Sadness a todo volumen, en la parte trasera de una camioneta Pick Up, después de haber visto cómo el día se volvía noche y los cánticos de los insectos empezaron a llenar la atmósfera; emergieron para una breve visita, antes de regresar a sus cobijos...

         Había muchas fotos del momento, muchas que nunca digitalicé, que se han traspapelado quien sabe en qué parte.

         Las fotos que ahora comparto son parte de las tomas que hizo Mauricio, mal pasadas a digital con mi celular.

         Fue uno de esos eventos que parecían arrojar luces de esperanza sobre toda mi población natal, sobre lo que podríamos lograr en conjunto. Por supuesto, se trató de una feliz coincidencia que no se repitió, pese a que Andrés ha seguido en su empeño, en su obsesión con el cosmos y la observación de las estrellas.

         Sin planearlo, yo creo que sin esperarlo, alcancé una de esas cimas alegres que las películas siempre retratan, donde todo vibraba, donde esa juventud parecía prometer un lugar especial en el cosmos (aunque ya tuviera 25 años).

         Por supuesto, aun si se quiere ver desde ese lado, mi viaje en septiembre para asistir a CONSUR I, fue también como el inicio de esa otra senda que prometía esa tarde alegre, tras el eclipse...


 Por aquí les dejo el link a un post histórico, recordando el eclipse:

http://lobosector.blogspot.com/2004/06/cuando-pas-el-eclipse-y-s-en-esos.html

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